VIAJE AL «RED PLANET»

Como es tradicional en este rincón de la Riviera Adriática, cada dos años desde hace casi una decada se celebra la reunión de Ducatis más importante del mundo, el World Ducati Week.


Esta reunión, organizada por la marca de Bolonia, en su 5ª edición debía haberse celebrado el pasado año, pero los compromisos deportivos de sus equipos oficiales obligaron a retrasarla a este año 2007. Este tipo de reuniones monomarca, poco común en España, están cogiendo importancia en Europa (sobretodo en Italia). Aunque tienen su paralelismo con otras concentraciones realizadas en los Estados Unidos, en el caso del viejo continente este tipo de eventos, debido al gusto de los propietarios de las marcas y a la tradición deportiva de estas, se suelen realizar alrededor de un circuito, donde se desarrollan distintas actividades como tandas libres en pista o pruebas de nuevos modelos… Ejemplos de reuniones en Europa son el «GMG» de Moto-Guzzi, los Revival MV Agusta o los Triumph Tri-Days. Sin embargo a día de hoy ninguna concentración organizada en Europa por ningun fabricante llega a los niveles de público y actividades del World Ducati Week. Para esta edición, Ducati a hecho un esfuerzo inmenso de organización para recibir, en el recién reformado Circuito de Santamónica, a sus más fieles devotos. Ofreciéndoles un sinfín de actividades y sorpresas, como el concierto de Patti Smith o hacer posible la presencia de sus pilotos de MotoGP, que volarán directamente desde Assen tras disputar la 9ª prueba del mundial.


De vacaciones en la Emilia-Romagna
Esta bella zona de Italia, llamada Emilia-Romagna, hace del WDW una buena excusa para recorrer a lomos de nuestra montura su suaves colinas jalonadas de reviradas carreteras, visitar sus típicas campiñas de postal y bañarnos en sus no menos pintorescas playas con aire a película de Fellini. Ya sea en desmo o no, estas carreteras son lugar de peregrinaje para muchos motoristas europeos, que se pierden por las numerosas carreteras de segundo orden que unen pequeños pueblos como Tavullia, patria-chica del gran Rossi, para buscar, y la mayoría de las veces encontrar, esa curva perfecta que recordar de vuelta en casa.


Emilia-Romagna esta situada en el centro de Italia junto al mar Adriático, esta región es cuna de muchas de las grandes marcas del motor del país transalpino; Ferrari, Ducati, Bimota o Morini son nombres que al buen aficionado a las ruedas le evocan espectaculares diseños y grandes gestas deportivas, que podremos recrear visitando sus museos o tiendas oficiales, mientras aligeramos nuestras tarjetas de crédito comprando gorras, camisetas, ceniceros u otros productos que nos acerquen a nuestros sueños. Si a todo esto le unimos una amplia oferta hotelera, unas buenas comunicaciones y una gastronomía exquisita tendremos unas vacaciones dignas de contar a todo el que se deje.

Ordenando recuerdos
Cuando me propusieron la oportunidad de cubrir el WDW, me vinieron a la cabeza cantidad de recuerdos de mi anterior estancia en el año 2000, en aquella ocasión el viaje lo realice con mi mujer (ducatista convencida) en un Ford Ka, porque el presupuesto no nos permitía hacerlo en nuestras motos y como es de ley en tienda de campaña. Aquel año fué el de la retirada de Fogarty, perseguido con devoción por todos los ducatistas para conseguir una foto o autógrafo del que era el representante de la más gloriosa etapa deportiva de la marca hasta el momento (4 titulos de Superbikes), estaba por allí su sustituto, un tal Troy Bayliss, que desembarcaba desde el campeonato británico de superbikes (BSB) sin tener claro cuanto tiempo iba a estar en la marca, y un jovencísimo Ruben Xaus que, como es habitual en él, derrochaba simpatia entre todo aquel que se le acercababa. Esta vez las cosas iban a ser distintas, por un lado mi presencia iba a ser en calidad de prensa y Ducati se iba a encargar de que mi estancia fuera lo más placentera posible, y por otro lado Ducati como marca estaba en uno de sus mejores momentos tanto a nivel deportivo, disputando con solvencia los títulos de todos los campeonatos en los que participa de forma oficial, como en el económico con nuevos modelos en el mercado que estaban teniendo una muy buena acogida tanto en los medios de comunicación como entre los consumidores (1098 e Hipermotard). Además Ducati en estos años ha logrado llegar a un público cada vez mayor, su presencia en MotoGP le ha convertido en muchos casos en un objeto de lujo, atrayendo numerosos famosos que posan junto a ella. Pero además, Ducati ha conseguido el respeto de los motoristas de todo el mundo, ya no son esas motos que se rompían y que no podían competir de tú a tú con las japonesas, ahora Ducati es sinónimo de calidad, diseño y sobretodo de velocidad, mucha velocidad.

Viernes, parada y fonda.
Esta pequeña aventura, que es todo viaje, empieza el viernes con mi llegada a la fábrica de Ducati en Borgo Panigale. Tras las presentaciones y explicarnos un poco las instalaciones me voy disparado al museo ubicado en las mismo recinto, este es un lugar de peregrinaje para cualquier ducatista que se precie. En él encontramos los más importantes modelos de la marca, tanto a nivel competición, como por su innovación dentro del mundo de las dos ruedas. En la visita, que es gratuita, pude ver motos con las que compitieron Mike «The Bike» Hailwood, Paul Smart, Phill Read y más recientemente Fogarty, Corser, Bayliss o Capirossi, es un museo muy bien montado y junto con la tienda Outlet hacen muy recomendable una visita a la fábrica. Tras comer en el comedor de la fábrica y tomarnos un delicioso «manchiatto» en el Desmo-Cafe, salimos dirección Riccione, a nuestro hotel. Durante todo el camino fuimos constatando que este fin de semana iba a ser especial, numerosas Ducati nos adelantaban como avance de la marea roja que se esperaba en la zona, y como a uno le queda un poco del niño que fué, no veía el momento de montarme en la moto que me tenía preparada la organización. Tras instalarme en el hotel salgo a las calles aledañas a respirar el ambiente, este sábado se juntaban en esta zona, el WDW y la «Notte Rossa» (se trata de una noche en la que permanecen abiertos los comercios, trattorias, restaurantes, etc). Pronto empiezo a escuchar los primeros embragues en seco con tapa abierta y el rugir de todo tipo de escapes deportivos, lo que crea una banda sonora que nos acompañará todo el WDW, estamos en territorio Ducati. Se acerca la noche y el deber me llama, tengo un cocktel y después una cena para que nos presenten el nuevo CEO de Ducati (Dr. Gabriele Del Torchio).


Durante la cena tuve la suerte de compartir mesa, además de con otros españoles, con la prensa japonesa y el distribuidor en aquel país, nos comentaron que en Japón, Ducati estaba viviendo un muy buen momento, siendo el tercero en el ranking de ventas de la marca y que era especialmente valorable por las estrictas normas de tráfico que se aplican en su país (siendo la eterna Monster el producto estrella). Tras los últimos chascarrillos en la puerta del hotel me fuí a dormir, si «la banda sonora» me dejaba.

Sábado, la gran fiesta roja.
El sábado me despierto muy pronto, bueno a las 7:00, y como el día pedía salir, salgo a a dar un paseo por Riccione en busca de muestras de la «resaca ducatista». Encuentro pocas, el público se había portado bastante bien y apenas se notaba que la noche había sido larga, especialmente para los motoristas recien llegados. Vuelvo al hotel para desayunar con mis compañeros en la terraza y recoger la moto que nos deja Ducati para que nos traslademos. Siempre he tenido suerte y esta vez no iba ser menos, me pongo a mirar en las tijas de las motos aparcadas, buscando mi nombre y… una SportClassic Sport1000 biposto, y además roja, esto pintaba bonito. Salimos en procesión y en unos pocos kilómetros, llenos de motos por todos los lados, nos plantamos toda la comitiva en el remozado circuito de Santamónica. Sus accesos son los típicos de las pistas con solera: malos (no se como lo van a hacer en el próximo Gran Premio de San Marino). Tras pasar unos efectivos controles, en los que motorista y moto tenian una cinta de plástico con la misma numeración y ademas portabas una tarjeta con código de barras, me acerco al parking de prensa junto al Hospitality de Ducati Corse, aparco mi moto y empiezo a disparar fotos. En este tipo de eventos, sobretodo en Italia, podemos encontrar motos que en España han tenido poco éxito comercial, joyas hechas a mano, clásicas andando en perfecto estado o todo tipo de transformaciones (en especial de la longeva Monster en este caso). Así que la tarjeta de memoria de mi cámara empezo a vaciarse entre Bimotas, NCR´s, Benelli´s, MV´s y otras muchas además de Ducatis, especial emoción me dio encontrar los stand de las dos primeras marcas mencionadas, ambas con muy buenos productos hechos a base de motores Ducati de dos válvulas, joyas como la nueva Tesi 3D y la «New Blue», no dejaron indiferente a nadie.


Ya llevaba un rato, cuando el paso en vuelo rasante de la escuadra acrobática italiana (Freccia Tricolore) me trae a la realidad y consulto mi programa ¡mierda!, salgo corriendo, hay una reunión con los pilotos de SBK y creo voy tarde. Al llegar al Hospitality me cuesta entrar, hay una marabunta roja esperando al héroe, Troy Bayliss. Llega y nos saluda amablemente y se lanza a los «leones», se tiró 45 minutos firmando de todo lo imaginable, es impresionante como se entrega con su público el australiano, y tras esto con la misma sonrisa a lidiar con los chicos de la prensa, así deberían ser todos los campeones. Por la tarde, después de comer, empezo todo el despliege, por parte de Ducati, de eventos para agasajar a sus incondicionales y presentar al mundo su poderío tecnológico. Así nos presentaron en pista la versión definitiva de la joya de la corona, la «Desmosedici RR», con un impresionante motor de cuatro cilindros en «V» de más de 200cv, proveniente de la moto de MotoGP y tecnología propia de una moto de pista. También tuvimos el gusto de ver en primicia la moto con la que Ducati correra el próximo año en el mundial de SBK, Troy se dio un paseo por el circuito adriático, mientras sus incondicionales le animaban a llevarla a lo más alto, sin duda van a estar en la pomada. También vimos en pista a los distintos equipos oficiales y satélites, solo nos faltó la presencia de nuestro «Greg» Lavilla, por problemas de calendario. También pudimos constatar, por segunda vez en el día, las buenas relaciones que mantiene la marca boloñesa con el ejercito italiano, viendo las evoluciones del helicoptero de combate Mangusta , en el cual también se subió Troy. Y así fué pasando la tarde, con tandas libres en la pista, actividades en las carpas de cada país, exhibiciones de motos clásicas y un sinfín de actividades. Destacable fué la presencia en una de las exhibiciones de Paul Smart, con un pequeño incidente del primero que no le quito el ánimo para una vez de vuelta a la zona donde se reunían los viejos hierros (con todo el cariño que se merecen) hincharse a firmar autógrafos, muchos en colines de SpotClassic´s. Estaba claro que todos nos lo estabamos pasando muy bien, hasta el segundo puesto de Stoner en Assen, retrasmitido por pantallas gigantes y seguido multitudinariamente, había sentado a gloria. Era el momento de irnos al hotel a darnos una necesaria ducha para poder afrontar lo que Ducati nos tenía preparado para la tarde/noche. De vuelta en el circuito nos encontramos con una sorpresa, en el escenario estaban presentando a los pilotos de MotoGP, acababan de llegar de Assen, y el público alli presente les agradeció el esfuerzo vitoreandoles repetidas veces, era uno de los momentos mas esperados por muchos de los ducatistas. Ahora tocaba cenar, para lo que se había preparado una inmensa barbacoa en la zona del «Pit Lane», que gracias a la luz que había y a una impresionante luna llena, se transformaba en el mejor escenario posible.


Para mi el destino me trajo la suerte de cenar en el Hospitality, en un ambiente relajado en el que todos nos olvidamos un poco que hacíamos allí y nos dedicamos a disfrutar de una noche espectacular que iba a tener su guinda con la actuación de Patti Smith. Tenía mis dudas sobre la solvencia con que iba a actuar esta dama del rock de todos los tiempos, pero según empezo a cantar se disiparon. La de Chicago nos deleito con un concierto a su más propio estilo, con arengas pacifistas entre canciones que ya son himnos para muchas generaciones, su voz aguanto como la de una colegiala y todos nos rendimos a sus pies. Ahora tocaba volver en plena «Notte Rossa» al hotel, toda una aventura.


Domingo, se acabó lo que se daba.
Como hize el día anterior me levanté temprano, y salí a dar una vuelta. Mi intención era dar un paseo tranquilo en la SportClassic y disfrutar un poco del delicioso ambiente entre chic y decadente que tiene esta zona turística. Lo que primero me llamó la atención fué encontrar bastante basura, la «Notte Rossa» había sido larga y todavía no se había empezado a recoger. Esto me hizo reflexionar sobre la mala fama que nos ponen a los motoristas, cuando buena parte de las barbaridades las cometen los de siempre, los que buscan cualquier fiesta multitudinaria para mostrarnos su mejor faceta. Arranqué la SportClassic y mientras empezaba a calentar el sol, disfrute de unos momentos inolvidables; el Adriático, una Ducati y yo. Pronto me di cuenta que todavía quedaba un largo día y sin esperar más me plante en el circuito a sacarle el máximo partido.


En la pista estaba Mamola dándole a unos cuantos agraciados una vuelta por el trazado adriático, La mayoría de la gente se bajaba con la típica «risita» nerviosa de no saber si lo harían otra vez o no, la verdad es que desde la barrera (y nunca mejor dicho) impresionaba. Poco después y tras que la Desmosedici de Randy dejara a unos cuantos con la miel en los labios (se paró ante la mirada atónita del americano), aparecio el equipo de MotoGp en el «Pit», donde volvieron a darse un baño de multitudes, después Casey se enfundaba en el mono y salía a dar algunas vueltas ante la mirada orgullosa de los «Ducatistis», todos haciendose la misma pregunta: ¿Será capaz de ganarle el mundial al de tavullia? La verdad es que como piloto ha demostrado que lo puede hacer, pero además como persona el rato que estuvimos con él, demostró en todo momento ser sencillo, agradable y bastante simpático, lo que le hará ser uno de los grandes. Tras esto poco más; comer, volver al hotel, maletas, viaje al aeropuerto (con atasco incluido) y vuelo a casa. Al llegar no pude más que bajar al garaje a ver que tal estaba mi moto… Por cierto es una Ducati.