VICTORY HARDBALL

Good guys wear black.

Con la Hardballla casa americana Victory Motorcycle nos presenta su interpretación del bagger con “cuelgamonos”. Un modelo impactante, tanto estética como mecánicamente, solo apto para aquellos que no les intimida destacar allí donde estén y que tuvimos la suerte de probar durante una fría semana de enero.

Desde su llegada al panorama de las motos custom, esta marca propiedad de Polaris, el gigante de las motos de nieve, se ha caracterizado por hacer las cosas a su manera, marcando un estilo propio tanto en el diseño de sus motos, claramente futurista, como por el nivel de sus acabados o sus imponentes bicilíndricos de 106 pulgadas calados a 50 grados.

Con un catálogo de 15 modelos divididos en tres familias: Touring, Baggers y Cruisers, se puede decir que, tras poco más de una década de existencia, el proyecto está claramente asentado en todo el Mundo, incluido nuestro país, donde dispone de una extensa red de distribución.

¿Baggers?
La Hardballpertenece a la familia de los Baggers de Victory, en ella tienen cabida las Cruisers con maletas o las Touring sin pantalla. Pero aparte de esta interpretación simplista de la división familiar de la marca de Spirit Lake, existe un concepto bagger, que abarca a otras marcas, y que como su propio nombre indica, se destina a los big-twins con maletas rígidas y cierta comodidad para devorar kilómetros. Este tipo de motos tienen un gran número de adeptos en los Estados Unidos, lo que ha terminado por desembocar en un tipo de customización propia, en la que esta vetado prescindir de ciertos niveles de confort. La Hardballsigue al pie de la letra esta filosofía, manteniendo todo lo que se le puede exigir a una moto turística americana unido a un buen número de detalles que la acercan a lo que se puede esperar estéticamente de un custom.

Lo que se ve.
A primera vista, lo que se ve es que es una moto grande, con un kit de maletas rígidas, fabricadas en fibra, que pueden acoger 80 litros de equipaje. Destaca su plano y alargado depósito, de 22 litros de capacidad; sus enormes plataformas triangulares y como no, su alto ape-hanger. Todo cubierto de un estoico color negro mate sobre el que se han incluido un buen número de pinstripingen rojo y blanco, un recurso muy de moda últimamente.

Otro detalle que no pasa desapercibido en esta americana es su enorme faro delantero y su vertical luz trasera en forma de flecha, que le dan buena parte de su personalidad.

Un poco de técnica.
Como todas sus hermanas de marca, la Hardball monta un Freedom V-twin, el bicilíndrico en forma de V a 50º de 1.731cc de la casa. Este enorme motor refrigerado por aire/aceite, entrega un par de 153Nm, dulcificados gracias a una primaria con un sistema de compensación de par, y unos aprovechables 97cv de potencia, que se transmiten a la rueda mediante una correa de fibra de carbono reforzada. Un bloque sobradamente solvente para mover sus 345kg en seco.

En cuanto a la parte ciclo, monta un mono-amortiguador trasero de gas ajustable por aire; una bonita horquilla invertida de 43mm en color negro, con un lanzamiento de 29º; unos frenos compuestos por discos flotantes de 300mm para dos pinzas de 4 pistones delante y una de 2 detrás; y unas llantas negras de radios, con ribete rojo, de 18 y 16 pulgadas, con neumáticos 130/70 y 180/60 de la serie Elite de Dunlop.

En conclusión, una equipación a la altura de la competencia japonesa, que es su verdadero campo de batalla.

Ahora, sensaciones.
Según te subes, y retiras su larga pata de cabra, te das cuenta que aunque tiene su tamaño no es una moto que obligue a pasar por el gimnasio para poder llevarla. Tiene el peso concentrado muy abajo y su parte delantera es bastante ligera. Cuando te pones en marcha, empiezas a sacarle partido a su propulsor: es suave, progresivo y contundente si la situación lo exige. Permite circular por cualquier vía rápida sin sobrepasar las 3.000 vueltas, además dispone de un sencillo sistema de control de velocidad para recorrer muchos kilómetros (o millas, opción que puedes elegir en su consola) sin cansar en exceso la mano derecha. Pero no todo el camino está recorrido, un detalle claramente mejorable es el tacto del embrague: pesa demasiado y acaba pasando factura. Para mi gusto, no estaría mal que lo sustituyeran por uno hidráulico.

En cuanto a la posición de conducción, a pesar de lo que nos pueda llegar a hacer pensar su manillar, es realmente cómoda: las plataformas no transmiten apenas vibraciones; el asiento es de lo más acogedor que he probado, tanto para el conductor como para el acompañante, y su manillar es regulable en altura, adaptándose a la talla del conductor. Quizás los retrovisores, sean el único pero, al estar colocados justo a la altura de los ojos.

Por último, hay que mencionar el buen tacto de la moto en general. El conjunto chasis/amortiguación, permiten atacar las zonas reviradas con bastante solvencia, para una moto con 1.670mm de distancia entre ejes, a la vez que es lo suficientemente absorbente como para no sufrir demasiado cuando el firme se pone feo. También se deja llevar en ciudad, una vez te haces a ella, no es un scooter, pero la suavidad de su motor y su amplio rango de funcionamiento facilitan los paseos urbanos. Lo dicho, una moto muy especial, con la que no dejarás a nadie indiferente.

Texto: Manel Hospido
Fotos: Eu Bermejo