La nueva Fat Bob 114 es la versión más potente de este modelo, que para el 2018 sustituye su chasis Dyna por el nuevo Softail con amortiguación trasera oculta. ¿Estará dinámicamente a la altura de su predecesora?
La nueva Fat Bob 114 es quizás la moto más controvertida de toda la gama 2018. Desde que aparecieron las Fat Bob se han distinguido por su aspecto robusto y por introducir elementos estéticos poco usados en la MoCo. Primero fue su doble óptica delantera, después una extraña luz trasera que no gustó a nadie y ahora toda una batería de cambios que os vamos a describir.
Cambios más destacados
Para empezar, se ha montado el nuevo chasis Softail 2018. Junto a él, una horquilla invertida con un impactante faro trapezoidal a base de Leds. Sus ruedas son de 16 pulgadas y llevan neumáticos muy gruesos. El sistema de escape es un 2-1-2 con salida lateral de aspecto claramente deportivo. Por último, su motor es el Milwaukee-Eight de 114 pulgadas. En resumen, suficientes cambios como para poder decir que es una moto totalmente nueva.
¿Cómo va en autopista?
Aunque muchos echarán de menos el chasis Dyna, este Softail se lo va a poner muy difícil. Se trata de un cuadro que se siente mucho más rígido que los anteriores en cuanto nos ponemos en marcha. Un buen sitio donde notarlo es en una autopista, donde el aplomo de la Fat Bob 114 nos permite llevar cruceros bastante altos para una moto de este tipo. A mí particularmente me sorprendió lo bien que se trazan las curvas rápidas con esta moto.
Otro plus, a la hora de entrar en cualquier vía rápida, es su motor. Este inmenso bicilíndrico a 45º y 1.868 cc entrega sin apenas vibraciones 155 Nm de par a tan solo 3.000 vueltas. Me gustó especialmente que, en sexta, entre 2.500 y 3.000 rpm, el cuenta-kilómetros digital marcaba holgadamente los 120 Km/h y que, si necesitabas quitarte un obstáculo, con girar el acelerador, la moto salía lanzada fácilmente hasta los 160. De lo mejor que hay en el panorama del custom.
¿Y en carreteras de doble sentido?
En las carreteras de doble sentido, además de lo dicho anteriormente, pudimos comprobar sus eficaces suspensiones. La horquilla invertida de cartucho con barras de 43 mm se comporta muy bien. Es lo suficientemente dura como para no cabecear en las frenadas fuertes, pero a la vez, absorbe correctamente los baches propios de las secundarias patrias. Igual comentario se merece el amortiguador trasero, que se puede regular fácilmente si vamos cargados o acompañados.
Otra sorpresa supusieron las ruedas, para ser más exactos, los neumáticos. Las llantas son de fundición, modelo Structure de 16”, y van pintadas en negro mate con gráficos hechos con láser. Montan unos enormes neumáticos de 150/80 y 180/70 con un dibujo muy marcado. Estos Dunlop D427 me daban cierto reparo que desapareció en cuanto empecé a trazar curvas. Sin ser unas gomas deportivas, funcionaron muy bien en las gélidas carreteras de la Sierra Madrileña, en las que disfruté como un enano. Es verdad, que debido a su distancia entre ejes (1.615 mm) y su peso (296 Kg, en seco) hay que tomarse las cosas con calma, pero si vas atento y tomas las curvas con cierto radio la moto se comporta.
En cuanto a los frenos: las tres pinzas, dos delante y una detrás, de cuatro pistones funcionan bien. Mejor que antes, aunque no sobraría el apoyo de una bomba radial cuando vas un poco fuerte.
¿…ciudad?
Evidentemente, la Fat Bob 114 no es un scooter, gracias a Dios, pero se puede usar en ciudad sin ningún problema. Esto es gracias a varios motivos: la suavidad del motor, su parte ciclo y ergonomía. Su propulsor es una auténtica delicia, desde muy abajo tiene tracción en la marcha que vayas, sin los traqueteos de versiones anteriores. Su ciclo, además de lo ya mencionado, destaca su relativamente corto ángulo de giro (28º) y la altura del asiento (710 mm), no tan baja como en otros custom. Ergonómicamente la Fat Bob 114 está muy bien resuelta: aunque lleva mandos avanzados y un ancho manillar recto, la posición se hace cómoda en cuanto te acostumbras. Además, su consumo de en torno a 6 litros anima a usarla a diario.
Solo un pero: su embrague. A pesar de realizar su cometido perfectamente, gracias en parte a lo bien que va la caja de cambios, a mí me resulto un poco pesado. Me habría gustado encontrarme un accionamiento hidráulico que castigara un poco menos mi maltrecha muñeca.
Muy buenos detalles
Esta es la primera de las nuevas Softail que pruebo y mi impresión es positiva. En este modelo se ven detalles de calidad donde mires. El asiento, además de cómodo, es realmente bonito. También hay que destacar su manillar cónico negro y las torretas en el que va montado… ¡espectaculares! La consola de instrumentos es casi perfecta: alojada en el depósito, combina un tacómetro circular con una pantalla digital con diversa información como la velocidad, la marcha engranada, nivel de gasolina, etc. todo ello con un aspecto bastante clásico y elegante. También ha mejorado la pata de cabra, siendo menos estresante colocarla para un novato. Resumiendo, una moto con acabados premium.
Conclusiones
Poco malo se puede decir de la Fat Bob 114. La moto va muy bien, siendo de las mejores custom “gordas” que he probado. Para mí, Harley Davidson ha dado un paso de una década con su nueva gama Softail y un buen ejemplo es esta moto. En cuanto a su aspecto, este generará todo tipo de opiniones, la mayoría de las cuales serán positivas en cuanto se haya probado la moto. Una opción que ofrece la Motor Company a través de su red de concesionarios.