Cuando la tecnología era arte.
El pasado 6 abril fallecía el más laureado diseñador de motos de las últimas décadas, un auténtico visionario que creó algunas de las motos más celebradas de todos los tiempos.
Massimo Tamburini nació el 28 de noviembre de 1943 en Rimini, junto a la Rivera Adriática. Sintiéndose desde muy joven atraído por el mundo de las dos ruedas, su primera creación fue la transformación de una MV Agusta de 600, de la que dijo Mick Walker, en su libro “Italian Racing Motorcycles”, que había sido una transformación sensacional de una moto de paseo fea y lenta en una deportiva elegante y rápida. Luego llegaría la HB1, primera de sus creaciones bajo el nombre de Bimota: una empresa de climatización que se convertía así, de un plumazo, en una de las referencias del motociclismo. Su especialidad: crear deportivas con potentes motores de origen japonés sobre sus propios chasis artesanales, de esa época son modelos míticos como las SB1, SB2 y KB1. Pero todo tiene un final y tras 11 creaciones con Bimota Tamburini deja la marca y entra a formar parte de la estructura del Team Gallina durante los años 1983 y 84 en el Mundial de Velocidad.
Para entonces ya se habían fijado en él los hermanos Castiglioni que lo reclutan para dirigir el CRC (Cagiva Research Centre), donde participa en el diseño del carenado y la aerodinámica de la C589 de Randy Mamola, pero donde realmente consigue desarrollar todo su potencial es en el diseño de modelos matriculables del Grupo Caviva. Buenos ejemplos de esta época son la Cagiva Mito, que recreaba las líneas de la C589 en una 125cc, y algunas Ducati como la Monster, realizada junto Miguel Ángel Galluzzi; la Paso, creada en honor del piloto Renzo Pasolini desaparecido en el desastre de Monza de 1973; o su incontestable saga 916 (996 y 998), una moto que deslumbraba tanto en la calle como en los circuitos, donde ganó seis mundiales de SBK y uno de Supersport.
En 1996 y tras la venta de Ducati por problemas económicos, el grupo Cagiva se embarca en una de las apuesta más personales de su fundador, Claudio Castiglioni, y porqué no decirlo, también de Massimo Tamburini: el reflote de la mítica marca MV Agusta, aquí es donde el genio Romagnolo realizó su diseño más exigente, la F4, que fue presentada el mes mayo de 1999 en una tirada limitada a 300 unidades llamada “Serie Oro”. Hoy en día, con cuatro retoques y cubicando 1000cc, este modelo sigue en el catálogo de la marca siendo todavía un objeto de culto.
Con la llegada del nuevo siglo y entre un sinfín de problemas económicos nacía otra de sus más aclamadas creaciones, la Brutale, una preciosa naked deportiva cuyo éxito comercial no fue suficiente para impedir que en 2008 la marca fuera adquirida por Harley Davidson, ante lo cual, temiendo un recorte en su independencia creativa Tamburini decide jubilarse.
Aunque dos años después, MV Agusta vuelve a manos de Claudio Castiglioni, la enfermedad de éste y de Massimo Tamburini impide una nueva colaboración de ambos, dando paso a una nueva etapa para la marca bajo la dirección del joven Giovanni Castiglioni que apoyándose en la estructura creada entorno al CRS por su padre y el propio Tamburini lanza al mercado dos nuevos modelos: la superdeportiva F3 y una nueva Brutale, ambas con cilindradas de 675 y 800cc y diseñadas por Adrian Morton, uno de los pupilos aventajados del Gran Maestro. El trabajo estaba hecho.
Texto: Manel Hospido
Fotos: MV Agusta; Ducati
Publicado en Wish Motor nº 2