Este 2021, Walt Siegl recibía un encargo muy especial: crear una de sus SBK como si fuera para él. Una especie de pedido envenenado que ha dado como fruto esta preciosa superdeportiva con motor Ducati y apenas 148,8 kg. La WSM SBK #4.
Magnus Opus
Crear una moto para otro, como si fuera a ser para uno mismo, no debe ser nada fácil, incluso para el buen hacer de Walt Siegl. Primero, debes contentar al futuro propietario, dándole su moto soñada sin pasarte con el presupuesto; y segundo, tienes que superar las expectativas que todo fabricante se pone a la hora crear su Magnus Opus. Llevo tiempo siguiendo el trabajo de este fabricante austriaco afincado en New Hampshire, y en mi modesta opinión, lo ha conseguido con esta SBK. Las razones de esta afirmación os las desgrano a continuación.
Su motor
Para empezar con buen pie, Walt Siegl apostó sobre seguro, montando un bicilíndrico que el especialista en motores Ducati, Bruce Meyers, le había preparado para él mismo. Este propulsor está fabricado a partir de un cárter de 848, en el que se ha instalado un cigüeñal aligerado y equilibrado con cojinetes optimizados; unas ligeras bielas, fabricadas en titanio; un kit de cilindros de 1.040 cc, con pistones de competición Pistal; unos engranajes, también aligerados, provenientes de una 1098; y un embrague en seco, que incluye una tapa artesanal.
Un conjunto que se completa con un Ram-Air y Airbox, hechos en fibra de carbono, de WSM (Walt Siegl Motorcycles); y una electrónica que incluye un mapa personalizado, control de tracción y cambio rápido. El resultado es un motor con carácter, pero accesible, que se adapta a la perfección al dogma de ligereza y agilidad del chasis SBK de WSM.
El chasis
Profundizando en el mencionado chasis, este está fabricado en acero al cromo-molibdeno, siguiendo las geometrías de las 1098 y 1198 del World Superbikes. Su diseño multitubular, fue desarrollado por el propio Walt y su técnico principal, Aran Johnson. Este ligerísimo cuadro, pintado en un evocador dorado, se completa con un subchasis monocasco de carbono, de apenas 1 Kg de peso, donde se aloja el asiento, algo de la electrónica, el porta-matrícula y la iluminación trasera.
Solo lo mejor
Siguiendo con la parte ciclo, esta SBK disfruta de unas suspensiones, llantas y frenos de escándalo. Las primeras están firmadas por la referencia mundial en el sector, Öhlins. Están compuestas de una horquilla, especialmente adaptada para el peso de esta moto, 148,8 Kg con líquidos; un amortiguador trasero TTX; y otro de dirección, obviamente, todo totalmente regulable. Para las llantas se ha apostado por el fabricante sudafricano BST (Black Stone Tek), modelo 7 Tek de fibra de carbono; Cubiertas de unos neumáticos Michelin Power 5. En cuanto a los frenos, Brembo es el proveedor elegido, con unas contundentes pinzas radiales monobloque de cuatro pistones en el tren delantero, accionada con una bomba RCS, gemela a la que actúa sobre el embrague.
Un rojo muy especial
Hasta aquí, todo ha sido elegido por el fabricante, haciendo uso de la hoja en blanco que suponía este pedido. Incluyendo su sexy carrocería, similar al de toda la familia SBK; el bonito sistema de escape, con una única salida a media altura por el lado derecho, coronada con un silencioso Arrow; o pequeños detalles como sus imperceptibles intermitentes y el minimalista retrovisor instalado en uno de sus semi-manillares. Todo al gusto de Walt Siegl, todo, menos la pintura, que supuso un auténtico acto de fe por parte de todos hasta que no estuvo la moto en la calle. La razón de tantas dudas, es que se utilizó un esquema proveniente de una serie limitada de un Ferrari SP2 y no es lo mismo un coche que una moto, los reflejos y las sombras son distintas y el resultado podía no ser el idóneo… pero visto lo visto, la combinación de este rojo tan especial con dorsales en azul oscuro y blanco, no ha quedado nada mal ¿Tu qué crees?