La Indian FTR Black Swam es la segunda creación de Workhorse Speed Shop sobre este modelo de la decana de las marcas americanas de motos. Una deportiva con múltiples influencias que supone una auténtica ruptura con lo establecido.
Como la metáfora del mismo nombre, la Indian FTR Black Swam es una verdadera sorpresa dentro de la línea seguida por esta firma estadounidense, muy alejada de las deportivas “puras y duras”. Una arriesgada apuesta de Brice Hennebert, alma mater de Workhorse Speed Shop, que puede convertirse, en un futuro no muy lejano, en el desencadenante de la entrada de Indian Motorcycle en este segmento.
Carbono… todo carbono
Dejando a un lado mis elucubraciones, la Indian FTR Black Swam destaca por su aspecto de deportiva de los 90… a pesar de su frontal tan especial. Una imagen que se consigue gracias a una carrocería monocasco, de apenas 1,8 kg, que le da buena parte de su personalidad; y que ha sido creada en fibra de carbono, por 13.8 Composites, a partir de una matriz de arcilla hecha por el propio Brice Hennebert. Un proceso de elaboración que incluyó la digitalización en CAD, para perfeccionar el modelo, llevada a cabo por Formae Design; y que a su vez dio lugar a una impresión 3D que se utilizó como base para la fabricación de la carrocería propiamente dicha y de otras piezas, como el depósito de gasolina que mantiene el sistema de admisión de aire original.
Deportiva… ¿Retro?
Como os decíamos, la Indian FTR Black Swam es una deportiva con un aspecto muy de finales de los 80 y principios de los 90. Sus líneas cuadradas recuerdan a las de las primeras ZXR o GSXR, incluso a las 851 y 888 de Ducati, eso sí, con su propia y marcada personalidad, de la que buena culpa tiene su frontal. Profundizando en este tema, nos llama especialmente la atención dos elementos de esta pieza, su cúpula baja; y el sistema de ocultación de la óptica delantera, similar a la de los deportivos de antaño. Cuya apertura y cierre se gestiona con dos motores controlados por una placa Arduino.
Otro elemento estéticamente destacable es el sistema de escape. Una pieza creada por el prestigioso fabricante esloveno Akrapovic, siguiendo las indicaciones del mismo Sr. Hennebert. Un dos en uno, con doble salida por debajo del motor, que nos recuerda mucho al de las Buell, y que es acompañado por una “bañera” hecha en aluminio. Una solución que deja todo el protagonismo en la parte trasera de la moto a su evocador colín y el tapizado en Alcántara que cubre el asiento, manufacturado por Silver Machine Seats.
Tacto… de circuito
Una de las máximas que se marcaron en Workhorse Speed Shop para la fabricación de la Indian FTR Black Swam fue hacer una moto lo más parecida a una deportiva de circuito, pero para uso urbano. Para ello, el cuidado en la parte ciclo ha sido determinante a la hora de conseguir un buen resultado. Para empezar, se ha optado por incluir unas suspensiones de la parte alta del catálogo de Öhlins, compuestas de una horquilla invertida y un amortiguador, ambos de color negro y totalmente regulables. Tenemos que comentar, que el mencionado amortiguador actúa sobre un nuevo basculante de aluminio 7020, fabricado artesanalmente por Hennebert en colaboración con Vinco Racing Engineering, que también participó en la creación de las tijas y otros muchos componentes de CNC.
Tampoco defraudan sus ligeras y bonitas, porque son realmente bonitas, llantas Rotobox Bullet. Unas ruedas fabricadas en fibra de carbono, donde destacan sus finísimos brazos cruzados… ¡maravillosas! Para acabar, otro “Grande” se ha encargado de la frenada: Beringuer Brakes, con unas pinzas y discos con tecnología Aerotec. En resumen, una equipación a la altura de este Cisne Negro que esperemos se convierta en una realidad en los próximos años.