La llegada de la nueva Triumph Speed Triple 1200 RS supone una auténtica revolución tranquila en uno de los modelos básicos de la marca británica. Una moto que ha estado en su catálogo desde 1994.
La Espada de Damocles
Eran muchas las voces que pedían una adaptación a los nuevos tiempos de la veterana Speed Triple. El modelo llevaba desde 2005 siendo remozado y ganando en prestaciones continuamente, pero la presencia de la mucho más dinámica Street Triple RS, la ponía en evidencia. Sin embargo, un modelo como este, requiere un tiempo prudencial antes de realizar cualquier cambio. Son muchas las legiones de admiradores de la “streetfighter” de Hinckley que no habrían perdonado un desliz en el diseño de una nueva versión y esto sin duda habrá sido una auténtica Espada de Damocles durante el diseño de la nueva Triumph Speed Triple 1200 RS.
Tricilíndrico de 1200
Si algo atrae la mirada de cualquier aficionado a las naked deportivas, a la hora de ojear un catálogo, son las prestaciones. Con la feliz locura que ha supuesto el auge del nicho de las “hypernakeds” (o como queráis denominarlas) las cifras de caballos se han desbocado irremediablemente. La nueva Triumph Speed Triple 1200 RS participa de esta falta de cordura, pero con un toque se sensatez, que, si para algunos es una debilidad, para cualquiera que utilice las dos ruedas a diario es todo un alivio. Porque seamos serios, 200 caballos para ir a por el pan son demasiados.
Sea como fuere, esta británica pone en la mesa la nada desdeñable potencia máxima de 180 caballos a 10.750 rpm; y un par motor a 9.000 vueltas de 125 Nm. Todo ello gracias a su nuevo propulsor tricilíndrico de 1.160 cc y doce válvulas. Al que acompaña un sistema de escape 3:1, con salida lateral, que es una de sus señas de identidad.
Preparada para el baile
Como os decía antes, una nueva Speed Triple exigía quitarse complejos respecto a su hermana menor, la Street Triple. Por ello, en la nueva Triumph Speed Triple 1200 RS, se ha mejorado el aspecto dinámico, dándole un mayor aplomo, un menor peso (10 kilos menos) y una posición de conducción más agresiva. Unas virtudes que se completan con unas suspensiones suecas compuestas de una horquilla Öhlins NIX30 y un amortiguador TTX36, del mismo fabricante; unos frenos superdeportivos, con pinzas Brembo Stylema, sin duda la referencia del sector; y unos pegajosos Metzeler Racetec RR, montados sobre unas bonitas llantas de aleación de aluminio. Una equipación, que devuelve el equilibrio en el catálogo de roadsters de Triumph.
Más inteligente
Otro aspecto que destacar de la nueva Triumph Speed Triple 1200 RS es su paquete electrónico. Esta deportiva desnuda cuenta con cinco modos de conducción: Rain, Road, Sport, Track y Rider. Fácilmente seleccionables y que combinan tres mapas de acelerador, cuatro de control de tracción y distintas configuraciones de ABS. Volviendo a este último, como en el caso del control de tracción, incluyen en sus algoritmos el ángulo de inclinación de la moto, ofreciendo una mayor seguridad en todo tipo de situaciones. Todo ello, cómodamente visualizable a través de su instrumentación TFT de 5 pulgadas, donde además podremos disfrutar de las opciones que nos permite el sistema My Triumph, de serie en este modelo.
Siguiendo con la electrónica, también se agradece en una moto de estas características su iluminación full-Led, con su característica doble mirada de avispa… qué lejos quedan aquellos faros redondos; y su nuevo patrón para la parte trasera. Y cómo no, la última versión del Triumph Shift Assist, que permite subir y bajar marchas de manera rápida sin utilizar el embrague.
2.0
Para acabar y profundizando un poco más en el sistema de conectividad My Triumph. Entre las ventajas que ofrece este gadget, nos llama especialmente la atención la comodidad que supone conectar nuestro móvil y poder disfrutar del eficiente navegador de Google. Una solución, que nos guiará a nuestro destino gracias a la aparición de reconocibles símbolos en la misma pantalla de la instrumentación. Evitando de esta manera, la instalación de soportes y demás periféricos que al final no son más que trastos.
